La temporada de playa 2019 ha empezado y consigo la llegada de miles de visitantes a los balnearios ecuatorianos.
Toda persona tiene el derecho de disfrutar de las playas y del entorno natural en general. No importa condición, raza ni estrato social. Sin embargo existen valores éticos que deben ser condición universal para el gozo del ser humano con su entorno natural.A través de la historia el océano y sus playas ha sido razón de adoración por el ser humano. Desde la provisión de comida, hasta grandes epopeyas escritas en su honor. Y en la actualidad lo sigue siendo: el cantante del momento tiene su encuentro romántico en este escenario en un video musical, la cadena alimenticia y la industria siguen dependiendo del océano, o simplemente nos juntamos a ver la puesta del sol y decirle adiós a un día más.
Este último detalle tiene como particular la puesta del sol más famosa de nuestra cultura (al menos de nuestra cultura-social local) y se trata de la ‘última caída del sol del año’ para lo cual estamos acostumbrados a rendirle homenaje de diversas formas pero con algo en común del ser moderno: el consumo. Nos juntamos a consumir de todo mientras ‘gozamos’ de estos eventos.
Todo empieza en los días previos, mientras vamos al súper y tiendas a abastecernos de todo lo que creemos que vamos a necesitar.
Con el viaje a las playas (para quienes se trasladan desde las ciudades) la maratón del consumo no tiene fin. La trayectoria es un sinfín de opciones que nos brinda el mercado. Desde el frenesí de variedades en el peaje hasta las grandes vallas publicitarias a lo largo del camino recordándonos que existe un universo de productos que debemos consumir al llegar a la playa.
Tenemos todas las opciones para que nuestra estadía en la playa sea acorde a nuestras ‘necesidades’ y disfrute. Pero esto requiere hoy más que nunca de una gran responsabilidad individual y colectiva.En un mundo globalizado y con el libre acceso a información de la cual gozamos, nuestra ética de consumo debe estar más orientada al bien común, y cómo bien común entiéndase el medio ambiente.
Al margen del nivel educativo de cada individuo, una persona económicamente capaz de gozar de un balneario en un feriado, tiene todas las herramientas de información para estar al tanto y consciente de un consumo responsable: De bajo impacto.
El aporte cultural de cada individuo viene por educación y valores. En este orden, la primera podría estar sujeta a las oportunidades que el individuo tuvo o no. La segunda está arraigada a la esencia misma con la cual fue criado y el medio en el que se desenvuelve. Pero ambas cosas, al igual que todo el accionar de la persona en sociedad, se debe al sentido común.
Si bien es cierto no todos somos iguales y tenemos un universo de criterios distintos. Esta diversidad de caracteres e ideas son las que han llevado a los grandes logros del ser humano a través de la historia gracias a la facultad única y excepcional que tenemos. Y esto es la comunicación.
Hagamos un esfuerzo para comunicarnos como sociedad de la manera más eficaz posible. Pasemos el mensaje y el buen ejemplo. Las buenas prácticas sí se heredan y se traspasan de generación a generación. Al igual que las grandes historias de las memorables puestas de sol.