Carnaval sin espuma

El Carnaval, que cada vez se acerca más, es una de las celebraciones más importantes en todo Ecuador y donde la mayoría de turistas sin importar sus creencias y aprovechando los días de feriado nacional, viajan a diferentes playas del perfil costero. Según la Coordinación de Estadísticas e Investigación del Ministerio de Turismo, solo Santa Elena que congrega cerca de una veintena de balnearios, tuvo un 22.2% (185 mil visitantes aproximadamente) del 47.5% del total de viajes que se dieron en 2018 por estas fiestas y se espera que para este año 2019, la cantidad sea mayor.

De igual manera, en los eventos de todos estos balnearios existe la venta y el uso indiscriminado de los atomizadores de espuma carnavalera, más conocida con su marca de origen brasileño “Espuma Carioca”. Esta es una sustancia popular por su apariencia inofensiva, pero pocos han tenido el juicio de mostrar su verdadera realidad en el juego carnavalero y la terrible realidad, poco contada, detrás de este producto. Las razones son muchas y contundentes:

  • Impacto Ambiental: Se habla mucho del aparente bajo efecto nocivo ambiental de estas espumas, pero es en el corto plazo. A mediano y largo plazo sus componentes son más letales para la atmósfera que el mismo CO2. Debemos tener en cuenta que las sustancias espumantes son impulsadas por derivados del petróleo como propano y butano, además del clásico Hidroclorofluorocarbono (HCFC). Generalmente es el isómero HCFC-22 el propulsor de aerosol más utilizado en los envases spray.  Los HCFCs son los principales causantes de la destrucción de la capa de ozono en la estratosfera. El HCFC-22 permanece en la atmósfera más de 10 años y su potencial efecto invernadero es casi 2.000 veces mayor que el CO2, por muy pequeñas cantidades de HCFC de estos envases sprys o aerosoles, ya se genera una importante contaminación ambiental contribuyendo de manera definitiva a acelerar el efecto invernadero.

Además, cabe recalcar que estos eventos generalmente se realizan en lugares con microhábitats que pueden ser destruidos perjudicando no solo a las especies dentro de estos sitios, sino también a las especies que se benefician de ellos, puesto que produce desplazamientos de los animales a lugares menos contaminados.

Otra parte del daño ambiental de estos productos se provoca en la elaboración de los envases. Recordemos que son latas de aluminio o acero y en la fabricación de estos recipientes, por cada kilo de acero empleado se producen 4 kilogramos de CO2 totalmente contaminante en la atmósfera. En la fabricación de diez mil kilos de latas se emiten 40 toneladas al medio ambiente de CO2. Otro tanto ocurre con el resto de accesorios como el plástico usado, las pinturas y embalajes de estos envases.

  • La mala disposición e incremento de residuos sólidos (basura): Se destaca que las latas usadas son reciclables, aunque ante la falta de cultura y procesos de recuperación, ese reciclaje no va más allá del 50%. El proceso de reciclaje de estos metales también produce CO2 adicional, en promedio por cada kg de acero recuperado se emiten 2 kg de CO2, en mil kilos de reciclaje de acero hay dos toneladas nuevas de gas invernadero en la atmósfera. Además, los accesorios plásticos como tapas no son reciclables, son contaminantes. Entonces la acumulación, contaminación y perturbación del entorno que causan estos residuos cuando hay un uso masivo como ocurre en un carnaval, afectan no solo al medio ambiente, también directamente al desempeño humano y social. Entre más basura, más daños irremediables que afectan la salud pública y la calidad de vida. Aunque cabe destacar que se hace un esfuerzo importante por las entidades de aseo y a través de nuestros voluntarios en las mingas de limpieza, ello no es suficiente.
  • Problema de salud pública: El contacto de la espuma con cualquier superficie humana, provoca un importante riesgo de generar afecciones, como alergias en la piel o respiratorias, irritación de las mucosas de la nariz y la boca con inflamaciones, la exposición al sol con la espuma en la piel puede provocar manchas y reacciones indeseables por el efecto abrasivo y potencializador de los rayos. Una gran mayoría de estos productos tienen entre sus elementos gránulos de poliacrilato de sodio, un tipo de ácido, que al entrar en contacto con los ojos puede causar trauma ocular y conjuntivitis, riesgo de leucoma (cicatriz blanca en la córnea) y hasta necesidad de trasplante de córnea. No se debe tragar ninguna cantidad por la toxicidad potencial y riesgos de diarrea. Además, debe tenerse en cuenta que estos productos son envasados bajo presión y el aumento de la temperatura puede ocasionar la explosión de la lata. Poca gente sabe que muchas veces durante estas temporadas de carnaval, por mal empleo de estas sustancias, los servicios de urgencias se saturan. Los más afectados son los niños y de ello poco somos conscientes. Una razón de peso para evitar al máximo estos riesgos.
  • Alteración del comportamiento humano: Estos artilugios se han convertido en pequeñas armas de ataque, enmascaradas en un motivo de falsa acción lúdica. La actitud humana es de guerra y se busca de alguna manera incomodar o molestar al prójimo, haciéndole sutil daño. Y particularmente en niños no ayuda a desarrollar buenos hábitos formativos. En algunas situaciones el comportamiento humano bordea lo delincuencial y muestra cierto bestialismo. Este tipo de “juego” en vez de ser un acto pedagógico es un evento más vandálico, nutriendo bajos instintos que lleva a gozar con el malestar o el sufrimiento de otros. Hay que tener mucha grandeza y sabiduría para aprender a disfrutar distinto, sin incomodar a nadie.
  • Disfunción social: Va de la mano con lo anterior. En este punto en eventos masivos, es evidente que ‘jugar’ o mejor atacar con espuma es una forma de enmascaramiento, distracción y facilitación de robos y atracos. En nada contribuyen este tipo de propuestas a la construcción de convivencia, armonía social y mejoramiento del comportamiento humano. Con frecuencia un ataque con espuma termina en agresiones físicas y conflictos de todo orden.
  • Degradación de la fiesta y el carnaval: No hay duda que mezclar estos productos originarios de Brasil y que nada tienen que ver con la cultura ecuatoriana, con un evento bien elaborado, lúdico y artístico como un buen carnaval, altera su esencia. Se provoca daño directo a un trabajo que ha requerido mucho tiempo de elaboración, recursos y talento en los desfiles que se realizan, además se impide apreciarlo en su justa dimensión. A los ciudadanos debe permitírseles apreciar de estos espectáculos, sin necesidad de recurrir a tantos medios de protección como gafas, máscaras, tapabocas, sombreros, tapa oídos, antifaces, ruanas, ropa vieja, etc. Ya es hora de imaginar un carnaval limpio, sin la tensión y el temor que causa el riesgo de ser atacado en cualquier momento. La seguridad, la tranquilidad y la confianza dan más goce y satisfacciones perdurables en las hermosas playas de nuestro país, que los efímeros falsos disfrutes a costa del malestar de otros. Los artesanos y artistas se sentirán mejor valorados.

Buscando que los ingresos de turismo para Ecuador aporten al país entero como una fuente de recursos no petroleros, solicitamos a todos nuestros lectores, de manera urgente, que se sumen a esta campaña y dejen de lado el uso de la Espuma de Carnaval o “Carioca” en el feriado que se avecina. Creemos que este sería dar un gran paso como sociedad para colocar a nuestro país como un referente de turismo ecoamigable mundial, al igual que lo han dado otros lugares del mundo.

La ONU Medio Ambiente en su último informe advierte que “nadie está a salvo de la amenaza de la degradación ambiental si no hay una acción global concertada”. La contaminación está cobrando casi una de cada cuatro muertes en el mundo. Es decir, 12,6 millones de personas al año están muriendo por algún efecto de la degradación ambiental. Ya sea un daño directo a la salud humana o a la destrucción del ecosistema que habitan. Esto es preocupante y hay que actuar en todos los frentes, así de apariencia sean poco significativos. Pero todo suma.