15 de marzo, día internacional del consumo responsable
Seguramente has escuchado hablar del movimiento “zero waste” o “basura cero” y has visto a personas mostrando su basura de UN AÑO en un frasco de vidrio como los grandes de mayonesa.
Está bien, es normal sentirse superado al ver esto y pensar “jamás lo voy a lograr”. Ser una persona completamente “basura cero” requiere cambios radicales en la forma de vivir, comer comprar, viajar, trabajar, relacionarse con los demás, etc.; pero no es necesario llegar a ese extremo para llevar una vida más amigable con el entorno y a la vez más saludable. Todo es cuestión de tener la predisposición adecuada y saber dos cosas: que esta es no es una carrera de velocidad, sino de “resistencia”; y que los pequeños cambios SI hacen la diferencia, así que cualquier hábito que puedas ir mejorando, sirve.
La premisa de este estilo de vida es eliminar tanto como sea posible la generación de residuos, y eso lo logramos modificando nuestra forma de consumir. Los principales obstáculos que tenemos que vencer en nuestro camino a un estilo de vida con menos basura son: Uno, nuestra tendencia a la acumulación y al “lo compro por si acaso”, pero que no usamos nunca. Y dos, nuestro hábito de facilidad y comodidad. El típico “estoy muy cansada” para lavar los platos y por eso uso platos desechables o compro jugos en envases porque “no tengo tiempo” de hacerlo en casa… Una vez que logramos quitarnos las excusas de encima y tenemos la actitud mental adecuada, solo es cuestión de ir haciendo cambios en tu vida diaria.
Primero: Reduce y rechaza lo que no necesitas. Es recomendable ir paso a paso. No es buena idea alocarse y entrar en un frenesí de reducción y regalar todo lo que no usas con el fin de tener una vida con menos cosas, porque algunas de ellas podrías necesitarlas y si te deshaces de todo, vas a tener que comprarlas nuevamente y eso no es reducir, sino todo lo contrario. Otro error muy común en la gente que comienza con este estilo de vida es deshacerse de todo lo “toxico” y comprar todo “Eco”. ¡Recuerda! No es tan fácil cambiar de la noche a la mañana el chip de acumulación que hemos tenido toda la vida y se puede caer en comprar cosas que no necesitamos. Da igual si ese objeto es amigable con el medio ambiente, si no lo necesitas, no lo compres.
La clave es hacer un análisis de nuestro día a día y de nuestras necesidades reales. Por ejemplo, es muy bueno tener una taza de café reutilizable si pides café para llevar habitualmente, pero comprarla para tenerla guardada en tu casa, solo por tenerla y porque es “eco”, va totalmente en contra de lo que estás intentando lograr. Si ya tienes un termo, úsalo, no es necesario que compres otro de metal o vidrio porque se ve más bonito.
Segundo: Busca alternativas. Comienza echando un vistazo al basurero y ver qué hábitos puedes cambiar para reducir lo que hay ahí dentro. Si usas rasuradoras descartables, puedes cambiarte a las que solo se cambia la hoja. Fíjate qué productos de los que compras, que vienen en envases, podrías elaborar tú mismo. Por ejemplo, productos de limpieza y de higiene personal; en internet hay cientos de recetas para hacerlos y puedes ir probando. Además, cada vez hay más opciones de emprendimientos locales que van por esta línea (champú en barra, desodorante en envase de cartón, polvo dental, etc) y pueden ser una buena opción para lo que necesitas.
Evita los desechables. Una vez más, es importante analizar tus movimientos diarios. Si comes fuera regularmente y te dan cubiertos descartables, lleva los tuyos de metal o madera. Si compras bebidas y usas sorbete, ten el tuyo reusable. Si pides comida para llevar, lleva tus envases reutilizables. Ten contigo siempre un termo o tomatodo para no usar botellas desechables.
Al momento de ir al supermercado, compra al granel lo que puedas y lleva tus fundas de tela tanto para las frutas y verduras como para llevar las compras a casa. Cocina en tu casa tanto como puedas a base de productos frescos, en lugar de comprar congelados o comida para llevar que vienen en fundas y envases desechables. Además, es más sano.
Compra siempre productos de buena calidad para que te duren más y no los tengas que reemplazar tan seguido. Esto aplica también a la ropa.
Tercero: Reutiliza todo lo que puedas. Dales una segunda vida a las cosas. Reutiliza envases, repara lo que pueda ser reparado, compra de segunda mano, alquila o pide prestado cosas que solo necesitas temporalmente.
Cuarto: Cultiva y composta. Si tienes espacio y tienes oportunidad de cultivar algunos de tus alimentos es lo ideal; y si además puedes compostar los desechos orgánicos, te ayudaría a tener abono orgánico para tus plantas. Compostar es mucho más fácil y limpio de lo que te imaginas, si lo haces adecuadamente.
Quinto: Recicla. El último paso y la última opción debería ser reciclar. Una vez que has intentado reducir y reutilizar todo lo que puedas, si tienes que botar algo, consigue un reciclador que lo retire y lo gestione de la mejor manera.
Lee sobre estos temas, únete a algún grupo “zero waste” en redes sociales y aprende de lo que hacen otros, prueba tus propias cosas y compártelas con tus familiares y amigos. Lo que sea que puedas hacer para reducir tus desechos es de gran ayuda tanto para el planeta como para ti mismo. No pasa nada si al cabo de un año tu basura no cabe en un frasco de mayonesa, lo importante es comenzar y hacerlo cuanto antes.