Minga en Playa Chabela

Mi nombre es Valentina Salazar y les voy a contar como fue mi mañana en Mingas por el Mar en la Playa Chabela (General Villamil Playas).

El día sábado me levante a las 8H00 al lado de mi mejor amiga Alejandra, que se quedó a dormir en mi casa para poder acompañarme a la minga. Desayunamos algo en mi casa y pasamos viendo a otro de nuestros buenos amigos, Sebastián, que también se quiso unir a la minga y pasar una mañana en la playa con nosotras.

Nosotros somos cuatro amigos inseparables, Alejandra, Eduarda, Sebastián y yo. Ir a la playa es una de las cosas que más disfrutamos. Nos gusta La FAE de Salinas. Aparte de comer, nuestro siguiente plan favorito es hacer yoga en la playa, correr y simplemente disfrutar de un buen día soleado junto al mar.

Cada vez que vamos nos da muchísima pena ver la cantidad de basura y de plástico que hay en la playa, por lo que cada vez que podemos la limpiamos.

Bueno, en fin, el sábado salimos muy temprano para Playas. El día estaba delicioso, yo nunca había ido a Chabela, me pareció demasiado linda. Hacía mucho sol y bastante viento.

Nos encontramos con todo el equipo de Mingas por el Mar que estaban ya preparando la minga y sacando todos los materiales necesarios. Ellos nos dieron todos los implementos necesarios para poder limpiar la playa, desde sacos reciclados hasta guantes.

Nos explicaron qué cosas teníamos que recoger y que cosas no. Por ejemplo: podíamos recoger todo lo que sea de plástico, botellas plásticas, sorbetes, cuerdas, botellas de vidrio, papel y el material de las tarrinas, espumafón. No debíamos de recoger ningún material natural como maderas, plantas o materiales orgánicos en general.

Nos  encanta hacer apuestas con mis amigos, y esta vez no fue la excepción. La apuesta consistía en el que menos basura recogía en la minga invitaba los helados del regreso. Y con esta apuesta nos separamos los tres en diferentes lugares de la playa.

Una vez que empezamos a limpiar la playa con el equipo de Mingas por el Mar, varias personas que estaban en la playa se quisieron unir y ayudar a la causa. A mi personalmente se me acercaron dos chicas a preguntarme si se podían unir y si teníamos más sacos para poder limpiar la playa con nosotros.

Después de aproximadamente una hora de minguear nos volvimos a reunir y encontrar con todo el equipo para poder ver toda la basura que todos habíamos recolectado.

Fue súper impactante ver la cantidad de basura que recogimos en la playa. Todo el grupo empezó a vaciar sus fundas y cada uno tenía la funda más llena que el otro. Es impresionante como la basura pasa un poco desapercibida en cuanto llegas a la playa, pero cuando ya la empiezas a recoger y cada uno de tus compañeros trae un saco repleto te das cuenta de que estamos en problemas.

Luego llegó la hora más importante, la de separar la basura e identificar todo lo que encontramos. Lo que más recogimos entre todos fueron sorbetes, cubiertos de plástico, mucho espumafón, tarrinas, tapas de botellas, botellas de vidrio y de plástico, tapas de shampoo, muchas cuerdas y colillas de cigarrillo.

Fue un sentimiento muy bonito el que sentimos mis amigos y yo después de haber asistido a esta minga, ya que no fuimos los únicos como generalmente somos, si no que conocimos a personas que también se preocupan por lo que está pasando en la actualidad. Creo que una vez que asistes a este tipo de eventos u organizaciones te hace ser un poco más responsable como consumidor. Tratar de evitar el consumo de plástico, clasificar la basura y nunca dejar basura en las playas. Da mucha pena que las personas no se dan cuenta de la gravedad del asunto, hay que tomar consciencia del daño que le hacemos al planeta y a nosotros mismos.

Después de tomarnos la foto grupal, pasamos comprando los helados que Sebastián compró porque perdió la apuesta. Sin duda es una experiencia que recomiendo y que pienso volver a vivir ya que llena mucho el hecho de sentir que pudiste aportar al menos con un granito de arena. Aprecio mucho la labor que realiza Mingas por el Mar e invito a todos los que están leyendo esto que se vuelvan consumidores responsables y que ¡empiecen a minguear!

Autora: Valentina Salazar, estudiante Universidad Casa Grande